sábado, 30 de enero de 2010

Cuando menos te lo esperas

Cuando menos te lo esperas, una fragancia, una canción, una imagen se cruzan en tu camino, y así sin más, sientes esa punzada al recordar un amor pasado. Es doloroso por que, al romperte el corazón, como cuando se rompe un vaso, quedan esparcidos diminutos pedacitos de cristal, recuerdos, que pueden herirnos después, al pasar sobre ellos.
Lunares. Ni sus ojos, ni su pelo ni sus labios, y es que yo siempre he sido un poco raro, pero ese pedacito de cristal que me castiga, ese resto de ella que nunca se ira, eso son sus lunares.
Por eso, al encontrarme con su foto, al verla y recordar su piel, reviví momentos que creí haber perdido para siempre.
Largos ratos hablando de todo y de nada, ideando viajes, siempre con sus cautivadores brazos a mi alrededor, acariciándola, en aquel momento no había nada más para mí.
La vida era la misma mierda de siempre, cuantas veces me habré preguntado que hacia yo a 500 kilómetros de mi casa, o si realmente tengo un hogar en alguna parte, cuantas veces no me habré preguntado si valían la pena las dilatadas jornadas de viaje, el cansancio, el gasto…

Todo esto pasó por mi mente en un segundo al ver su foto, y pasó con forma de tres palabras, Lunares y tiempo perdido.

Bien, esta claro que el mundo no es perfecto, al menos no respecto a nuestra idea de perfección, pero hay otra cosa que también esta clara y es que no hay ninguna razón mejor para vivir, no la hay.
Nadie puede saber si algo acabara bien, ¿qué puede hacer salvo intentarlo? Nada.
Creo firmemente, que el deber fundamental del hombre es ser feliz, y al igual que no hay luz sin oscuridad, que no habría bien de no existir el mal y no puede haber felicidad sin desgracia, no puede haber lunares sin tiempo perdido.
Y de estas cosas te das cuenta cuando menos te lo esperas.

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