martes, 2 de noviembre de 2010

Remember5.tk

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sábado, 30 de octubre de 2010

Alfa
El alfa y el omega, el principio y el fin... a veces, en la vida, tendemos a verlo todo conforme a un marco preestablecido. Todo tiene un comienzo, y todo tiene un final, hay personas malas y personas buenas, la familia se apoya... podría seguir, pero ya he dicho bastantes paparruchas. Mentiras.
La verdad es que no hay marco que valga, ni siquiera hay formas de pensar, formas de ser, todo es inmediato, fruto del momento, de las circunstancias coincidentes, y si nos parece distinto, si a veces pensamos que no es asi y que hay alguna cosa que se rija conforme a unas mismas normas, no es por otra cosa si no por la pereza de nuestro cerebro, de nuestro ánimo. De nosotros que no queremos indagar mas allá, porque lo que hay allí es incomprensible, al menos de primeras, y porque lo incomprensible asusta, cansa, lo incomprensible, a menudo, hiere.

Hoy me preocupa la amistad, bueno, no es en realidad una preocupación de hoy, sin embargo si ha sido hoy el dia en el que he dicho basta. Hoy ha sido el dia en que el último vestigio de genio que hay en mi se ha sublevado, hoy con una valentía obligada, con la valentía del perro esa que tienes cuando no hay mas cojones, que es tan propia de muchos e impropia de tan pocos, hoy, he tomado las armas, que no son otras que este teclado con el que escribo, y esta mente a la que saco de su letargo, para asaltar el reducto de lo incomprensible una vez más, y cueste lo que cueste.
No soy una persona facil, no siento afinidad con muchas personas, y se me debe de notar, pues mis torpes intentos de trabar amistad son en contadas ocasiones correspondidos. Los motivos por los que no me gusta la gente, junto con los motivos de por qué no le gusto yo, están para mi dentro de esa zona de lo incomprensible, y la verdad, hoy no creo que vaya a sacar algo en claro al respecto, estoy tan perdido como siempre lo estuve. Sin embargo, el motivo por el que estoy escribiendo hoy, es una bofetada. Metafórica, claro está, en estos tiempos que corren uno puede recibir una bofetada cuándo y por donde menos lo espera, ¿cuántos jarros de agua fria no nos han arrojado las inocentes visitas a las redes sociales?, un sms erróneo, una llamada... inadecuada. Hoy, ha sido esto último, y lo que en el antiguo Egipto hubiera sido el restallar de un látigo contra la espalda de algún pobre desgraciado, hoy ha sido el sonido de un teléfono móvil. Una llamada inesperada, de alguien de quien no debería sorprender una llamada.
Semanas, más de un mes, es el tiempo que hace desde que le pedí a un amigo que buscase un rato para mi, que no me encontraba en mi mejor momento. Ni una ni dos, si no alguna vez mas le rogué este extremo, nada. Y los días pasaron, y con ello llego el olvido, y todo siguió como siempre, y como siempre, para alguna ocasión más o menos señalada, me hizo llegar una proposición, juntarnos con más gente, disfrazarnos, alcanzar el grado de alteración de la conciencia más alto posible y "pasarlo bien".
Como decia, las bofetadas llegan casi siempre de la manera más tonta, remití un mensaje preguntando algo intrascendente a cerca del disfraz para aquel día, y como ya es costumbre no obtuve respuesta... ni la obtuve cuando envié una nueva misiva reclamando una respuesta, misiva sin acritud, la cual omití no sin esfuerzo. Lo que si recibí fue un mensaje totalmente intrascendente también, de una aplicación para el móvil, uno al leer esto debe de pensar, "ah... ¿y?" bien, eso pensé yo.
En este punto he de hacer un alto en el relato de los hechos para explayarme un poco explicando conceptos. El concepto de la amistad en concreto. Un amigo es, y digo es porque ES, es y no ha de ser, una persona de confianza, similar en cierto modo a uno mismo, o con conocimiento de ti y capacidad para comprenderte, apto para comprender cosas que por ti mismo que no comprende. Un amigo es un complemento, una extensión de uno, alguien que esta alli siempre, cuando hace falta. A un buen amigo no hace falta pedirle nada, un buen amigo es el resultado de tiempo y vivencias y si puede ayudarte en algo lo hará.
Lamentablemente la vida no es siempre tan fácil, a veces incluso a un amigo hay que decirle "eh, que necesito tu ayuda", es inevitable. Lo que si que debería de estar prohibido es tener que decirle a un amigo "eh, que estoy aquí"
Sigo con mi historia, y por donde sigo es un momento triste, es el momento en el que me hice consciente de que estaba solo. No solo eso, de que lo había estado prácticamente siempre. Bien, no es algo que me sea extraño, siempre me he sentido solo, sin embargo, esa certidumbre es un peso muy grande a mis espaldas, la mera suposición de tener un buen amigo siempre me había resultado un alivio, la red de un trapecista.
Y en esas estaba cuando hoy me llama, con alarma, con urgencia, "amigo, te necesito", y allí estuve, ejecutando con diligencia todo aquello cuanto me pidió. Cosas que no debería de hacer yo, que no debería de tener que hacer él, y si, se que yo no soy la persona más indicada para decirle a alguien que es de idiotas hacer cosas que te van a hacer daño, que es de auténticos idiotas reincidir en ello, pero es lo que hacen los amigos.
La red que debía ser la amistad es para mí un lastre, una bola de hierro que pende de mi tobillo, al estilo de los dibujos. Y no es que no pueda, saltar una vez más sin saber si me voy a encontrar la red o no, es que no quiero. Para bien o para mal me he dado tantos golpes que a menudo no sé ni donde me duele, no es dolor lo que quiero evitar, es el sentimiento de vacío que me surge al darme cuenta de que a pesar de ser tan listo, de creerme tan listo, hago las mismas estupideces que la gente a la que aborrezco.
Bien, amigo, ahí he estado hoy, haciendo honor a lo que he pensado que era todo este tiempo, sin gana, te prometo que sin ninguna gana. Porque en cada paso que daba en pos de ser tu amigo era como clavarme un poco más hondo mi propia espada, era sentir en la herida abierta, la vergüenza impropia del que obra bien por alguien con un anhelo muerto de antemano.
Acuérdate del alfa, hace años, literalmente te tendí mi mano, e interpreta como quieras la rúbrica de esta carta, que no es sino el,
Omega

sábado, 4 de septiembre de 2010

Óbito

El viejo portón de madera gimió al primer empujón, tras ella encontró una escalera con peldaños de mármol, o lo que antaño pareciera mármol, que conducían hacia una profunda oscuridad situada en el sótano. Mientras bajaba por la vetusta escalera se desprendió de su gabardina color beige colocándola en su brazo semiflexionado y se ajustó su sombrero de color negro.

Al terminar la bajada se topó con el cartel del club, que con luces de neón verde (que contrastaban ridículamente con el demás decorado) mostraba su nombre; "Catarsis".

-Buenas tardes, tengo mesa reservada para dos personas, a nombre de...

Sin dejarlo terminar, el camarero pidió educadamente el sombrero y la gabardina mientras lo colocaba en un enorme perchero de metal, o algo parecido, decía:

-No sé preocupe Caballero, su acompañante le está esperando en la mesa noventa y nueve, justo al lado del piano, ¿Desea que le guíe?.

-No, no es necesario, muy amable – contestó el cliente.

Mientras se abría camino entre el humo que recargaba el local, pensó en el número de la mesa, noventa y nueve.

-¿Cuantas debe haber?- Se preguntó, él estimó que entre doce y quince, pero exactamente, estaban simétricamente coladas catorce mesas.

Después de unos segundos que parecieron horas, llegó a su destino, allí encontró una mesa de madera rasgada sencillamente presentada, con un cenicero lleno de colillas y por supuesto el inseparable bolso de su acompañante. Levantó la vista del tablero y la contempló, no era la primera vez que la veía, pero sí sería la ultima.

Ella iba vestida con su más que característico vestido rojo, y por supuesto, su pintalabios a juego, tándem que tantos quebraderos de cabeza había dado a nuestro hombre.

Apartó la silla y se sentó con falsa seguridad.

-Llegas tarde, estas perdiendo las pocas buenas costumbres que te quedan- dijo ella con una sonrisa pícara.

-Por tu culpa, hace meses que no tengo ni costumbres, dijo mientras sacaba el último cigarro liado a mano de su pitillera de metálica.

-¿Has vuelto a fumar?, si que te ha afectado lo nuestro

-¿Afectar?, no estoy así por lo nuestro, era una historia muerta, por desgracia, me afecta lo tuyo con otras personas.

-Bueno, siempre fuiste muy celoso, y yo....yo muy linda- espetó orgullosa

El torció su boca y encendió su cigarro con un encendedor que imitaba dos cartas de la baraja francesa; el dos de corazones y el siete de picas.

-No te he traído aquí para discutir de nuevo, simplemente quería decirte adiós, esto ni puede, ni debe seguir así- y golpeó sus pulmones con la primera calada.

-He escuchado ésto todos los Lunes de los últimos seis meses, ¿Por que ahora iba a ser distinto?.

-Simplemente ya estoy harto, necesito vivir mi vida, no la que tuve a tu lado, te quiero, es indudable, pero a la vez siento un profundo e irracional odio hacia a ti, y créeme, alejarme de tu cama y tiempo es lo único que necesito para volver a ser yo, además, hoy es Sábado.

La cara de la joven se torno triste de un momento a otro- ¿Qué propones?.

-Qué leas ésto en cuanto salga de aquí, simplemente léelo.

-¿Es una carta de despedida?.

-No te mereces que me despida de ti, -volvió a fumar- esta vez con mayor intensidad- es lo que será tu vida de aquí a adelante.

-Si no fueras tan misterioso te hubiera dejado ir hace tiempo, tú mismo te buscas ésto- intento bromear ella.

Él por primera vez levantó la vista y miró los ojos verdes de la mujer.

-Bueno, no pretendía ofenderte, pero no he traído nada para ti, y si tu sabes como será mi vida ¿Cómo será la tuya?.

Apuró su cigarro hasta el filtro, y sacó de su bolsillo dos dados que lanzó inmediatamente contra la agrietada mesa. Los dados saltaron de una parte a otra del tablero, quedando casi en las manos de la mujer, posadas sobre la madera.

Ella miró los dados y dijo riendo: -Doble uno,... veo que te ira bien lejos de mi...-

-Podría ser mucho peor créeme- Y apagó el cigarro de un golpe seco.

La mujer observó como él se perdía paulatinamente hacia la puerta apenas visible por el humo, no podía evitarse sentirse libre pero conjuntamente apenada. Entre pensamientos de lamento y de buenos propósitos recordó el sobre que había recibido minutos atrás. Abrió el sobre concienzudamente cerrado y sin ningún tipo de mácula. Dentro, guardaba una hoja blanca de pequeño tamaño, la sacó con sumo cuidado, como si pudiera desintegrarse entre sus manos y la abrió tan despacio que parecía pesar varias toneladas.

La pequeña hoja tenía un garabato escrito con una fina pluma; "Escribe aquí lo que será tu vida"

martes, 24 de agosto de 2010

Sin título

¿Hay algo más triste que querer escribir y no poder?, sólo necesito quitarme la presión del pecho, pero ni mis dedos se deslizan por el teclado ni mi cabeza me marca las letras a pulsar, y todo esto sólo es la punta del iceberg de mi vida, ¿qué hacer? ¿por que optar?. Lo que antes indudablemente era negativo ahora lo añoro, y lo que necesitaba antaño no es más que una diversión pueril. El estío termina y el ajetreo con él, y ¿qué más?, no lo sé, pero ojalá volviera el invierno, no como estación, como representación de una vida pasada, cualquier invierno anterior, no los que me esperan, sin nada que reactive esta vida en stand by.

martes, 3 de agosto de 2010

vanitas vanitatis et omnia vanitas

Cómo es la vanidad humana que ademas de ciega y de ingrata llena los corazones de algo mas terrible aún: la transmutación del barro en oro. La exageración, pecado que debería tener la horca o la afilada hoja de la guillotina como respuesta, se prenda de tal manera de los hombres que la existencia misma se desdibuja, haciendo que todos los que empuñan la vanidad se crean una suerte de Midas.
Busquemos un ejemplo real:
"-Mi hijo es muy guapo, pero tímido. Sin embargo yo sé que hay cierta chica que es la más guapa y la más lista de todo el colegio y que está enamorada perdidamente de él."
¿No es estúpido? ¿no es mezquino? Está falto de lógica y apesta al perfume del orgullo mal entendido. Ese niño no será más hermoso que otro cualquiera y en cuanto a tímido podrá ser un chulo que se pavonee quizá de ese atribuyo de belleza que su madre le otorga. En cuanto a la niña, una lela que clavando sus codos sobre las tablas del escritorio, consiga a base de horas ciertas notas brillantes que estén tan huecas como su linda cabeza. Belleza también, que puede ser exagerada aunque bien medida por trajes caros, peluquería buscada con esmero, cremas y algún que otro lujo a su cuidado.
El ser humano es asquerosamente artificial, vanagloriándose sólo de su imagen y poniendo ejemplos que ellos crearan como más profundos aunque tengan tanto fondo como un plato llano. Raza de vanidosos que no somos capaces de acertar con nuestras descripciones que ya no son meramente para poder lucir ante el vecino sino que en nuestro corazón nos lo creemos. Creamos la irrealidad y la adoramos como a un Dios porque nos pesa la verdad, porque nuestro hijo será mono pero es tonto y será un chulo, pero le vemos tímido porque realmente en su soberbia se sentirá débil por saberse en su interior estúpido como una caja de madera. Sin embargo, lejos de intentar arreglar todo esto, ya no de disfrazar si no de arreglar el asunto, lejos de querer abandonar esa vanidad despreciable e ilógica por muy comprensivo que sea el empuñarla, lejos de buscar lo objetivo para así poder enmendar los vicios que esa comprensiva madre está atribuyendo a su hijo a pesar de su irrealidad; lejos de todo eso, nos agarramos más al inutil intento de crear una ficción en vez de enfrentarse a la realidad. Para que luego digan que Oscar Wilde no tenía razón cuando decía aquello de la vida imita al arte.
Al final parece que el mundo está ordenado por la vanidad y que tenía razón, al igual que Wilde aunque ya antes, ese proverbio, frase, o como se quiera considerar, que en latín lo tenemos de titulo en este post, y que traducido vendría a ser: vanidad de vanidades y todo es vanidad.

sábado, 19 de junio de 2010

Transparencia

  • -Fíjate, mira por la ventana, ves cómo es cierto lo que te dije, los días de tormenta siempre tienen algo especial. Todos, incluso el mundo, necesitamos un periodo de destrucción para poder nacer de nuevo, por mucho que sufras por una pérdida, está te deparará algo nuevo. ¿Ves estos campos inundados?.

  • -Si- asintió con la mirada clavada en el cristal del ventanal.

  • -En unos meses, cuando la primavera lo envuelva todo, la vida cubrirá hasta más allá de donde alcanza tu vista,. Es lo mágico de los ciclos, siempre la última puede ser como la primera vez, pero tú nunca sabes en que momento te encuentras.

  • -Salvo en el final, uno siempre sabe cuando acaba todo.

  • -Jajaja – rió a carjadadas- ¡Cuantísimo te queda por vivir!, el final es lo único que no existe, cuando el final es, tú ya no eres, y mientras eres, el final no es. Y ahora vamos junto al fuego, esperaremos a que amaine la tormenta.


Ambos se fueron perdiendo por los laberínticos pasillos como sombras que sucumben al ocaso

lunes, 26 de abril de 2010

Breve encomio al negativismo

Es un asunto quizá curioso y contradictorio, pues estamos acostumbrados a oír por ahí que hemos de ser positivos, que lo malo pasará, que los cielos se abrirán y la luz plateada de alguna divinidad inundará nuestra vida. Sé positivo, espera lo mejor. Realmente es algo muy inteligente, la psique humana está formada de tal modo que aunque nuestra vida sea fea y no nos agrade siempre tiene la opción de sumergirse en los mundos sencillos y bellos de la irrealidad de lo bueno.

¿Pero realmente sirve de algo? Ser positivo es algo irónico pues nos sumerge en un absurdo. Estamos inventando un futuro que aducimos que será bueno para nosotros, este es un punto de vista muy inocente, estúpido y que no tiene utilidad alguna. Podría decirse que este modo de enfrentarse a la vida está producido por un deseo político, y quizá esta sea una idea que extrañe pero si nos adentramos en el asunto podemos notar la verdad que encierra. Un político es aquel que desea lo mejor para los demás ciudadanos, que busca el bien general, sin embargo esto se ha retorcido de alguna manera terrible en nuestros días y en nuestro país. Aquí parece que los políticos sólo representan a aquellas personas que les votan e incluso nos puede parecer a veces que les muevan deseos y motivos egoístas, por lo que su función queda desecha. En este momento de degradación es cuando el político busca que los ciudadanos ignoren los hechos presentes y vean el futuro con optimismo. He ahí la treta del buen prestidigitador, así el ciudadano mientras mira adelante esperanzado por el futuro que le están diciendo que va a ver, el mago, es decir el político, puede dedicar su tiempo y esfuerzos a calmar sus motivos personales.

Por todo ello el optimismo, el positivismo se puede ver como algo que nos han enseñado para no apreciar lo perverso del presente.

Se me podría atacar fácilmente diciendo que ser positivo es la manera de no caer desesperanzados, de tener fuerzas para seguir adelante, pero no. Es engañarnos a nosotros mismos para no enfrentarnos al dolor y lo malvado del día a día. Nuestra sociedad ha huido y huye tanto del dolor que se ha negado a sentirlo, para una mera molestia cerebral rápidamente acudimos a los analgésicos como si fueran caramelos, luego para poder digerir la desmesurada cena nos agradamos con unos antiácidos y para recobrar el sueño también tenemos pastillas, al igual que para intentar adelgazar, para tranquilizarnos, para animarnos etc... Miramos positivamente hacia el futuro mientras tragamos una pildorita para olvidarnos de lo malo del presente. Huir, he dicho.

Por el contrario hay otra vía, que hemos encontrado más oscura: El negativismo. Alguien que se defienda con la batuta de un punto de vista negativo se encontrará con una agradable sorpresa. Alguien así se enfrenta al presente, al dolor y lo afronta, lucha con él y cuando lo supera se encuentra con un futuro incierto, que no le asegura no volver a caer en ese dolor y por ello entiende que será malo lo que venga, pues eso es lo que conoce y como mínimo volverá a sentir el dolor pero está preparado para ello.

¿No es cierto esto? Mientras que el optimista se negará a sentir el dolor y creerá que todo será bueno, que no habrá más daños, el negativo piensa que volverán los males. En una utopía el optimista sería el rey, esperaría lo mejor y así sería, pero en la realidad el dolor es una constante de nuestro mundo, siempre vuelve, tan seguro como que al día le sigue la noche. El que ha sido negativo, que ha creído que llegaría un momento en que de nuevo el albur haya decidido colocar una piedra en su camino, será quien, cuando tropiece con la piedra y caiga, cuando duela en el espíritu o en el cuerpo, entonces se levantará dolorido y proseguirá su camino limpiándose las ropas. El optimista caerá como el anterior pero este tardará en levantarse, sollozará y se arrastrará o se quedará quieto mucho más tiempo, se levantará descreído de su propia filosofía, a la que volverá por la cobardía de no querer enfrentarse al mismo dolor que acaba de sentir. Cuando el optimista vuelva a caer todo de nuevo comenzará.

Así entendemos pues, que el optimismo no es más que una bella venda de seda que nos colocamos nosotros mismos ante los ojos, mientras que el negativismo son unas lentes que nos ayudan a ver correctamente lo que ante nosotros se va acercando.

miércoles, 14 de abril de 2010

Tú conoces la 1:11

Mirando al cielo gris me encuentro, no deseo más que tras un parpadeo el color del mismo cambie, las nubes tengan otra forma y el viento que me despeina viaje en otra dirección. Un cambio, añoro un cambio, despertar lejos de aquí, dónde los fantasmas pasados me atormentan luchando por entrar en mi vida a codazos con mi presente. Cuan difícil es decidir, más aun con la extraña dicotomía razón y corazón, sé que no me equivoqué y que no volverá a ocurrir, pero mi vida está lastrada por el ancla del recuerdo. Buscaré mi felicidad allí dónde está el mar, que la marea se lleve mi memoria y purifique mi espíritu, me perderé por callejones para encontrarme, bordearé la locura para volver a ser cuerdo y arrinconaré mi vida pasada para poder recordarla. Y es que no hay mayor defecto que la apatía cotidiana.

sábado, 10 de abril de 2010

Eros y Tánatos

Eros


Las campanas marcaron las dos de la madrugada, era la sexta noche en la que el joven se debatía entre la vida y la muerte. Había enfermado por una extraña fiebre, según los médicos la había contraído por medio de algún pequeño roedor, que le provocaba además de la subida de temperatura corporal, vómitos ,dolores agudos en abdomen y pecho y en varias ocasiones delirios y pérdidas de consciencia. Perdió no pocos kilos en los días en los que se encontraba convaleciente, hecho que su familia y sobre todo su criada, que se ocupaba de atender las necesidades del enfermo (así como de determinadas tareas de la casa), vieran cada vez más cerca el pronostico del doctor; su muerte.


La criada tendría alrededor de unos veintidós años, emigró en su niñez desde el este acompañando a sus padres, que partían de su patria en busca de una nueva oportunidad. Encontró trabajo gracias a la dueña de la casa que le contrató en un principio como un favor personal al relojero del pueblo, que mantenía una profunda amistad con su el padre de la joven, pero pronto se vio deslumbrada por la bondad y el buen hacer de la chica. En la ciudad era conocida como “La virgen de la mansión”, si bien su nombre verdadero no tenia nada que ver, su tez virginal, sus cabellos dorados y sus ojos verdes y grandes, hicieron que fuera merecedora de este sobrenombre (por pocos era conocida su facilidad para ocultar a sus amantes), sin obviar la difícil pronunciación del mismo y el problema que esto causaba a los bebedores más madrugadores.

Dado que las campanas acababan de resonar, decidió hacer su visita nocturna al enfermo. Mientras este mantenía la salud, no habían mantenido demasiado contacto, siempre confraternizó mas con las féminas de la familia, como sabiamente aconsejaba su madre, pero aun así guardaban una relación de respeto y cariño. Por ello, no podía evitar sentir una gran pesadumbre por el repentino cambio en la salud del muchacho.


Subió las escaleras sin hacer el menor ruido para no despertar a los señores, la estancia del joven se encontraba en el ala oeste de la mansión, El trayecto le ocupó a la joven rubia cerca de dos minutos de reloj. Al llegar a la puerta se apoyó sobre el muro y lanzo un leve suspiro mientras maldecía al doctor y a su idea de alejar al enfermo de los demás para evitar posibles contagios.

Empujó con suavidad la pesada puerta del dormitorio, que contestó con un pequeño crujido, y atisbó en la oscuridad la silueta del muchacho. Encendió el candil para comprobar que todo estaba en orden, pero no encontró lo que esperaba; el joven yacía pálido sobre su lecho, sus ojos estaban entreabiertos y mostraban un gran cansancio, la expresión de su cara denotaba dolor. La joven no consiguió en un principio apreciar si estaba vivo o muerto, pero un pequeño movimiento en la caja trafica le mostró que seguía respirando. Se acerco a él, le limpio el sudor de su frente y le colocó un paño previamente humedecido, al colocarlo se percato de que la frente desprendió un gran calor. Temió lo peor y decidió marcharse lo antes posible para no presenciar más la terrible estampa, pero al abrir la puerta en su salida, el enfermo emitió unos apesadumbrados sonidos. Ella se heló de golpe e intento dar sentido a los parcos sonidos que salían por su boca, solo entendió las finales; “cierra los ojos”.


Asustada se cobijó en su cama y no concilió el sueño hasta pasadas varias horas. Despertó recién entrada la mañana, las campanas de la Iglesia doblaban a muerto y los llantos de su señora gobernaban el piso bajo de la mansión.


Tánatos


El tañido de las campanas lo aturdieron, ya no recordaba cuantos días habían pasado desde que se sintió indispuesto en la taberna y volvió a su casa entre mareos.


Noches, o lo que él creyó como noche, después le pareció escuchar a los médicos como anunciaban a sus familiares su próxima defunción, pero aun albergaba una gran esperanza en recuperarse y retomar su vida; esas tardes de paseo por la Avenida Mayor intercambiando miradas con las jóvenes locales, sus noches en la taberna rodeado de lenguas viperinas y sobretodo, los roces aparentemente azarosos con su joven y hermosa criada.


Un profundo pinchazo en el pecho lo desvió de su ensoñación, se retorció o mejor dicho, lo intentó pero apenas tenía control sobre su cuerpo. Los colores y las formas se difuminaron ante sus ojos, creando una espiral en movimiento perpetuo. Contempló los giros durante unos segundos o una eternidad hasta que algo rompió el anodino fondo; se vio a sí mismo antes de enfermar, vestía de púrpura y su rostro mostraba seguridad y serenidad.


-¿Cómo te encuentras?- Dijo la figura de fondo.

-¿Pero...?, ¿Hablas?- Chilló el enfermo de forma desgarradora.

-Tranquilízate, no voy a hacerte daño, ni siquiera puedo, yo soy tú, estoy dentro de tu cabeza, solo soy algo inventado.

-¿Qué quieres decir?- contestó de forma más pausada.

-Mmmm, me consideraba más inteligente -pronunció la figura mientras inclinaba la cabeza- ¿No te resulto familiar?, somos nosotros, siempre he estado contigo, ¿no me recuerdas?.

-Eres una alucinación, es más, tienes mi apariencia, debe haberme subido la fiebre, nada más.

-Ay, querido, que rápido olvidas todo lo que hemos pasado juntos, yo aun recuerdo el día en el que nacimos, nuestro primer beso con la hija del maestro, las carreras por la hierba, las tardes soleadas leyendo cualquier obra de nuestro adorado Hesse, y ¡cómo no!, la otra noche en la taberna, la que hace que nos reencontremos

-¿Como conoces todo ésto? ¿Reencontrarnos?- titubeó el convaleciente.

-¡Pero bueno!, aun sigues sin percatarte, yo lo sé todo de ti, lo sé todo de mí, desde que existes existo, en cada decisión, en cada pensamiento, todo lo que tú eres lo fuiste y lo eres por mí. Sólo he venido para guiarte y llevarte, ahora te tocará a ti ser yo.

-¿Para llevarme? Oh, Dios, ¡eres la muerte, voy a morir!.

-Yo no soy la muerte , aunque exista quién me llama así, ¿no ves que bien luzco el púrpura?, no llevo túnica y nunca he portado una guadaña, ja ja ja – Rió a carcajadas.

- ¿Entonces quién eres?, ¿Qué quieres de mí? - Balbuceó el joven entre lloros.

- Sólo busco alumbrarte, necesito que confíes en mí y cierres los ojos. Créeme, soy tu mayor certeza, lo único que te acompaña desde que nuestra existencia se hizo acto, quién siempre está y estuvo contigo. Mira, es como los giros de esta espiral, siempre continuos, uno introduce a otro. Llámame muerte si quieres, aunque sería igual de correcto nombrarme vida. Preguntarte quién soy es complicar este momento, simplemente admite que soy.


Un grave silencio inundó la negrura del ficticio espacio, que paulatinamente se había generado en el lugar que hacia unos segundos ocupaba la espiral.
Pasaron varios minutos hasta que el joven contestó.
-Irracionalmente confió en ti, seas quien seas ha llegado mi momento de partir, haré lo que me digas, pero antes de nada necesito que me cuente qué o quién eres, o al menos como es la forma correcta de nombrarte, quizá así conozca mas de tu naturaleza y de lo que me espera.

- Aunque digas irracional, por fin entras en razón querido. Por ello te premiaré y contestaré a tu pregunta; yo soy el alfa y el omega. Cierra los ojos.

miércoles, 7 de abril de 2010

Mientras viajo: Amargo

Sentado en el autobús con la mirada perdida en el vació, mirada que me delata, estoy perdido dentro de mi mente, despreocupado, intentando encontrar algún pensamiento, no se cual, se me escapa pero no importa, pues por el camino me encuentro con otros, ya lo hallaré. Ella esta aquí, a mi lado, la noto. La costumbre lo hace casi imperceptible pero cuando no esta a mi lado se destapan todas esas cosas que ahora soy incapaz de percibir; Su mano que se posa descuidada en mi rodilla, su olor, es el olor del hogar donde quiera que se encuentre, el simple calor de su cuerpo, detalles.
No le hago mucho caso, persigo esa idea, esa sensación perdida, ese algo que se evade de mí.
No dices nada, estamos aquí, en un segundo anodino de la vida, inadvertido, inapreciado, completamente infravalorado. En realidad estamos en un segundo precioso de nuestras vidas, tu estas aquí, yo estoy aquí y mientras sea así no volveremos a sentirnos solos, nada nos preocupa lo bastante, nada le corta el vuelo a nuestras mentes, y libres de la negra ambición no necesitamos nada más para ser felices, aquí y ahora, en este momento. Efímero.
Efímero. Vuelvo a la realidad, mi vista se enfoca, vuelvo a ser yo. Y yo estoy varias plazas más atrás, en ese mismo autobús, podría ser esa persona, podrían ser esos los pensamientos que discurrieran por mi mente en ese momento, pero no es así y no, no se por que.
Me siento fatal, me duele la cabeza, me duele la tripa… me escuecen los ojos, me arde la garganta, que envidia, solo quiero que se me trague la tierra. El autobús se detiene en mi parada y marcho, voy directo a dormir, debería hacer algo con mi vida, pero ahora estoy demasiado cansado.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Calles


Sigo sin comprender como hace este frío en esta época del año, normalmente estaríamos en camiseta, sólo se me ocurre a mí salir a pasear con este tiempo, pero bueno, aceleraré y llegaré rápido a casa, también es cierto que necesitaba huir de la cama, tengo una buena excusa, este viento es lo de menos, pero, joder, estoy congelado.

Me tomó las cosas demasiado en serio, sí, definitivamente este es mi problema, tampoco es para tanto, tú y yo, sólo te olvidaste el pintalabios, bueno, en una boca que no era la mía, bien pensado se veía venir, pero Dios, no entiendo por qué me pongo así, siempre terminó creándome ilusiones de la mas minúscula cosa, el problema soy yo, no cómo me tomó las cosas, ahora era....a la izquierda, o recto..., total tampoco tienen mucha pérdida estas calles, es lo bueno de los pueblos, pero joder serás... tú si que no tienes nada bueno.

Es un tanto siniestra esta calle, aquí vivía...no,no,no era en la paralela, las cinco, debería llevar dormido horas, mañana va a ser un desastre, desastre, joder otra vez tú, pero si apenas nos conocíamos, no sé pero, igual no se veía venir y estábamos bien, pero ¿estábamos?, no no estábamos, entonces no has hecho nada reprochable, quizá no sea lo que tú haces sino mi orgullo lo que me duele, o ambas, pero no es nada reprochable, aunque ya te vale, esas cosas se cuentan, hubiera sido bastante más fácil hablarlo y no veros, sinvergüenza me miraste y te reíste, si, te separaste de él rápido, debo entender que te arrepentiste o ¿sólo fue un atisbo de humanidad?, nada, sea lo que sea en cuanto salí ya me contaron que volviste a hacerlo, deberías al menos haberte escondido, yo antes, lo hacía así, para una vez que intento comportarme bien, me pasa por imbécil, uh, cuantas estrellas, ¿y la luna? ah, detrás mía, y mañana ¿qué?, menuda historia, tendré que hacer como me da igual, que remedio, tú pasas de mí, el gilipollas soy yo, que me creó todo lo que me dicen y encima tú lo decías mejor que cualquier otra, que cabrona, cómo me la has liado, encima era un puto enano... ¿ahora?... por aquí, que llegó antes.

Pues nada, que sea lo que tenga que ser, yo no te diré ninguna cosa, tantas horas para no decidir nada, no me apetece pasar un mal rato, tengo que intentar no verla, por lo menos un tiempo, no puedo tocar fondo por una cualquiera, pero, ¡qué cualquiera!, ¡qué ojos más verdes!, a ver las llaves, ¡anda!, mi coche a oscuras parece más bonito, aquí, luz del móvil para la cerradura, que no veo nada, y venga a pensar a la cama, que se está más calentito.

martes, 23 de marzo de 2010

Remanecer

Tan súbita e inesperadamente como la extraña claridad del sol en un invernal amanecer. De este modo reaparecen nuevas formas en mí, irreconocibles, ocultas tras un muro de monotonía permanecieron años, los evocó de forma vaga en mi cada vez más mermada memoria, pero aun distorsionadas no cabe duda de que son ellas y de que regresaron para quedarse. Y sí, de forma súbita e inesperada, sólo me queda disfrutar de lo que encontré al girar aquella esquina, en una a priori desapacible tarde de invierno, este sol cegador que hoy me alumbra, me guía y me devuelve la razón y por ende; la vida, ¡Sólo decidí doblar la calle!, ¿Qué me esperará al final esta zigzagueante avenida?.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Sentido

-Es una mierda -Dijo Ambrós echando el humo del cigarro con gusto, como si se deslizara ese airón cancerígeno como agua que refrescara su garganta. Paradójico porque era pura mierda. Siempre le había parecido de gilipoyas fumar, pero le encantaba.

-¿A qué te refieres? -preguntó ese compañero con un nombre poro importante.
Ambrós le miró pensando que era estúpido, le habría escupido sino fuera porque le tocaba pagar a él las bebidas.

-Joder de lo que estábamos hablando, la vida.

-Hablamos de mi mujer...

-Me importa un carajo -Le cortó- Ahora hablamos de la vida ¿Ves? Eres como todos, como todos. -Hizo una pausa destrozando la colilla con la punta de su zapato, la retorció en el suelo y disfrutó de tal que no habría sido mejor si tuviera vida. - Eres un puto ambicioso, igual que todos, joder. No es culpa tuya, no me mires así. Todos tenemos ambiciones, altas o bajas... distintas es la palabra. Algunos tenéis ambiciones sencillas, típicas y comunes: felicidad, una familia, un hogar, dinero, estabilidad. Parece que esa es la meta a ganar, la estabilidad. El guión vital es tan lineal que podría hacerme vomitar. Mamá te parió y al poco te expulsa al mundo, te meten en una guardería, luego en un colegio, pasas al instituto y más tarde a la universidad, haces un master porque es lo que hay que hacer, buscas un trabajo y luego viene el coche, te buscas una mujer que te aguante engordar y olvidarte de su cumpleaños, le regalas una hipoteca, decoras la casa y más tarde vienen los niños para no aburrirte. -Hizo una pausa sacando otro cigarrillo de su cajetilla y encendiendolo con una cerilla.- Educarles, enviarles a la guardería, al colegio, al instituto y luchar porque vaya a la universidad porque es lo mejor...Si te sale quinqui le das unas ostias y aguantas los lloros de tu mujer solo porque te estarás follando a una secretaria. El objetivo es no pararse a pensar.

-Lo pones muy mal, no es así.

El camarero llegó con las bebidas.

-Estáis todos equivocados, -Dijo Ambrós observando su café humeante - esto no es vida, es una cadena de montaje. Nos montan pieza a pieza, nos encajan de una manera u otra, no hay salida porque aunque te salgas un poco de la línea, rápidamente te encauzas de nuevo porque la sociedad sólo acepta un camino: el suyo. O conmigo o contra mi, esa es la máxima. Estudiar para tener un buen trabajo, trabajar para ganar dinero y con ese dinero comprar la felicidad, a esto nos enseñan, a esto. Una mierda vaya, joder. Sólo quieren que no pensemos en nada.

-Y cuál es la salida, según tú.

Ambrós se reclinó en el asiento mirando al techo, suspiró y exhaló el humo observandolo con sus ojos verdosos, pensando.

-Una mierda. -Dijo sentandose correctamente, acercandose al otro dispuesto a revelarle el secreto.- Para la mayoría no hay salida porque la mayoría os conformáis con esto. Tenéis una vida y la adornáis con trofeos, mujeres, ropa, coches, ordenadores... y ya está. Sólo queréis una puñetera estabilidad para no daros cuenta de lo mierda que es todo y no os pongáis a llorar. Lo patético es que en el fondo intuís como son de verdad las cosas. No es algo malo, a mí me parece muy simple pero... joder es lo que hay. Para los que no nos conformamos, los que tenemos ambiciones más inalcanzables, más nobles se podría decir, aunque el puto termino tenga ese odioso significado pedante; para nosotros que aún creemos en sentir el amor, en encontrarnos a nosotros mismos, en la sabiduría y en comprender como son las cosas... sólo nos queda romper con la línea en algún momento y rezar para que no caigamos en la misma senda.

-¿y tú donde estas, cabrón? -Le preguntó non una sonrisilla de superioridad.
Ambrós sabía que todo lo hablado, como en la mayoría, no habría calado porque a nadie le gustaba la verdad, la jodida verdad. Miró la hora en el móvil y apuró su café.

-Yo tengo que ir a buscar a la cría al colegio.

jueves, 25 de febrero de 2010

Respuesta a la Critica de la felicidad

¿La vida es un erial? Afirmar dicha pregunta parece la única manera de explicar esa “critica a la felicidad” que Aletheia nos exponía hace unos días. Resignación ante esa insoportable condena que es la vida, eso es lo que postula mi compañero, de forma que es evidentemente exagera y, desde el punto de vista de un servidor, equivocada, sin duda.
¿Soportar? Tal término con el que se nos invita a “vivir” es insultante. El verbo vivir deja de tener sentido en esta “critica” y debería ser sustituida por sobrevivir. ¡Que terrible sería existir en un mundo donde realmente nos dejáramos guiar por tal modo de ver en el discurrir del tiempo!
Así pues la inexistencia de la felicidad sólo podría ser asociada a los ordenadores, a los vegetales, a las cosas simples y artificiales, a los autómatas. Somos hombres y mujeres, intrínseco al hombre está la capacidad de discurrir y de sentir, tales cosas son innegables y al serlo es imposible la negación de la felicidad. ¿El Dios de hoy? Siempre ha sido Dios pues es la felicidad el dominio de los Dioses desde Grecia, desde la cultura Maya, desde Egipto y las deidades naturales, todo este panteón a nivel global siempre ha tenido en común, además de otras cosas, la felicidad pues las actuaciones de estos dioses o hacían felices a los hombres o los desterraban a la infelicidad y por ello se les adoraba, para tener su favor y que los dioses ampararan con su beneplácito la felicidad de los hombres.

¿Qué entender pues por la felicidad? Rehagamos esa critica para que ese terribilismo se difumine.
Se niega en el ensayo la finalidad de la felicidad, pero cuál es sino el objetivo de la vida. En si mismo no hay objetivo, buscarle un por qué a la vida o un para qué es hacerse preguntas equivocadas. Pero esa inexistencia de un objetivo o una explicación de la vida no conlleva a la terrible indicación de la vida como erial. ¿Cómo tomarse entonces la vida si no es en clave de la felicidad? ¿Qué objetivo mejor para el individuo hay que no sea el vivir gustoso de vivir? Eso es la felicidad, existir gustando de hacerlo sin ser infeliz pues si la vida no tiene un objetivo, el vivir solo tiene sentido si uno es feliz y una vida infeliz sería un sufrimiento tan alto que casi merecería dejar de existir. La muerte es la salida de aquellos que viven siempre infelices. Efectivamente soportar la infelicidad es un modelo común que muchas veces se ha de tomar, pero siempre se hace con la esperanza de que termine tal estado y que evolucionemos hacia la felicidad. Seguimos en el juego por esa esperanza y si supiéramos a ciencia cierta que nunca llegaríamos a ser felices, entonces el suicidio tendría otro nombre, sería salvación. Salvación del dolor aunque sea a algo tan absoluto como la nada, el fin de todo.
Claro que la felicidad es el objetivo de todos, hasta de aquellos que buscan la infelicidad pues en ella encuentran un agrado que en cierta manera les llevan a la felicidad, aunque esta sea somera y simple.
Habría un extremo que podríamos tomar aunque su existencia seria cercana a lo imposible. Tal extremo sería un individuo incapaz de ser feliz, que quisiera serlo pero que no pudiera salir de su infelicidad y que además en tal estado aún temiera la muerte por la fuerza de su significado de inexistencia. Ese total sería una vida terrible que estaría abocada a un estado que muy bien podría llevar a la locura. ¿Qué respondería la critica a la felicidad? ¿Sopórtalo? Si, evidentemente es la manera más cómoda de llevar tal vida, de vivir en ese erial hipotético. Pero aún soportando una desdicha perenne y habiendo aceptado la imposibilidad de encontrar la felicidad, aún con todo seguirá acechando la felicidad, su sombra seguirá sobre ese individuo que no la posee.

Mi compañero ha tomado la infelicidad como contraposición la felicidad y nos parece que quiere decir que: aceptado la imposibilidad de la felicidad la infelicidad desaparece... ¿Entonces en qué estado nos encontraríamos? ¿Alguien puede responder? Viviríamos llevando nuestra sensibilidad al estado de las maquinas, cambiando la naturaleza humana por una peor que la animal, más asociada a lo vegetal. ¿Somos pues vegetales? Sólo en tal caso sería posible hablar de la inexistencia de la felicidad o de la infelicidad pues hasta los animales se ven influidos por ella, ni siquiera ellos se mueven solo por instintos si no que también se alegran o deprimen aunque quizá de forma mucho más sencilla que los humanos. Pero si ellos lo hacen ¿no nosotros? ¿Cómo no va a existir? Negar la felicidad es negar la naturaleza humana, si no hubiera tal capacidad cómo explicar todas las acciones de las personas, de las sociedades, ¿cómo explicar el arte pues no es este una manifestación de los sentimientos? Más allá de su utilidad los sentimientos responden a la respuesta de la felicidad o al influjo de la tristeza.
Vivimos, y es cierto que esa es la única máxima de la que estamos seguros, pero no podemos quedarnos en tal máxima y ya está, no somos piedras, pensamos y sentimos porque lo hacemos y de este pensar y de este sentir se han derivado lo que nos hace sonreír y lo que nos provoca lágrimas y alaridos. Elegimos las sonrisas, la risa, los sentimientos que llamamos “felices” porque nos hacen sentir mejor que las lagrimas y por esa dualidad tan sencillita hemos elevado la felicidad como lo bueno que podemos encontrar en esta vida. No hay un objetivo que cumplir en nuestro discurrir por el mundo pero sí hay modos de vivir y todos han encontrado en la felicidad la manera más agradable de hacerlo.

martes, 16 de febrero de 2010

"Amoris vulnus idem sanat qui facit"

La fría hoja se posaba sobre su cuello, era consciente de que el mínimo intento por escapar le costaría la vida. El reloj había recorrido lentamente un cuarto de circunferencia desde que sus captores se introdujeron en su casa a las afueras de la ciudad, en un primer momento le había parecido que se comunicaban en un idioma desconocido, pero poco después utilizaron un perfecto francés lo que le desconcertó notoriamente, pero aun así, en este momento lo que menos le preocupaba era la nacionalidad de sus verdugos.

Decidió abrir los ojos, su vista se nublaba por segundos, el dolor y el miedo le hacían casi imposible percibir ninguna forma ni color, por lo que se concentró y miró en derredor; pudo distinguir a su esposa amordaza sobre la enorme mesa de caoba negra que presidía de forma majestuosa su anterior comedor, convertido ahora en improvisada sala de torturas. La sangre seca teñía de un tono magenta el rostro blanquecino de su mujer, sus extremidades se presentaban prácticamente rígidas y su pecho se expandía y contraía a una velocidad cuanto menos preocupantes.

Con dicha visión pareció recuperar la lucidez, buscó con la mirada agitada a su hijo, le hubiera gustado girar el cuello para poder recorrer de una forma mas rápida la sala, pero sentía pánico por el cuchillo que le aprisionaba.


  • "¿Dónde está mi hijo?"- balbuceó de forma casi pueril.

  • "Danos lo que queremos y lo recibirás, de lo contrario ya sabes lo que le pasará."


Está mintiendo, se dijo para sí, o al menos eso quería creer. No podía dárselo, conocía las consecuencias que sufriría el y su familia en el supuesto, por lo que armó de valor e intento salvar a su familia.


  • "Deja en libertad a todos y lo tendrás- dijo en tono autoritario"

  • "Jajaja, ¿te crees que puedes engañarnos?, llevamos espiándote años, tu familia no te importa nada, sabemos lo que ocurrió con tu hijo, y respecto a la mujerzuela de la mesa, sabes el tipo de locales que frecuentas"


Su gesto se estremeció, realmente, llevaban razón, hasta ese mismo momento no había sentido un aprecio tan irracional por su familia. El matrimonio con su mujer se sustentaba por la millonaria cláusula que ambos firmaron en caso de separación y ambos de puertas hacia dentro llevaban una vida totalmente independiente, y respecto a su hijo, sí, era su hijo, pero no tal y como el quiso que fuera, se había negado a seguir sus pasos y poseía un carácter cada vez mas díscolo.

Debía encontrar alguna solución, él era el único que conocía donde lo ocultaba, además si intentaban forzar la caja, las alarmas de la jefatura de policía saltarían de inmediato. Ellos sólo estaban allí por él, su familia era un mero daño colateral que utilizaban para presionarle, estaba seguro de que no matarían a nadie si el no podía darles lo que buscaban, era demasiado arriesgado.

Por un momento, recordó sus momentos felices con su mujer, revivió el nacimiento de su hijo y lo más grato que los tres habían vivido, se armó de valor y se apretó sobre la hoja afilada, antes de perder la conciencia notó como la sangre le caía por el pecho. Esa última sensación de calor venía acompañada de la mayor satisfacción que jamás podía haber imaginado sentir.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Crítica a la felicidad

Antes de invitarte a leer esta entrada, me gustaría realizarte una pequeña cuestión; ¿eres feliz?, de contestar negativamente, te pido que dejes atrás cualquier tipo de prejuicio y te adentres en el texto.

Muchos se afanan de querer ser felices por encima de otros bienes, ya sea monetarios, familiares o de la más diversa índole, pero realmente, ¿Son los virtuosos de la edad contemporánea? o ¿Son los nuevos necios?.

Sin duda alguna son necios en potencia y en acto, la felicidad es el falso Dios de nuestros tiempos. La dicha tanto en su origen, como en su forma y su finalidad, esta construida o mejor dicho “creada” en unas bases de la más dudosa fiabilidad.

Ha sido objeto de filosofías de todo tipo (tantos pensadores nóveles, como grandes hombres la han tratado), pero ninguna ha podido concluir una forma de alcanzarla; ya sea mediante la meditación, el conocimiento, la vida mística o sobre la entrega del individuo a los placeres más mundanos. Quizá en lo único en que todos los pensadores, religiosos o paganos, han coincidido es en que la felicidad se debe alcanzar mediante un esfuerzo (para unos titánico, para otros colosal), es decir, no disponemos de ella.

En sí, estaremos de acuerdo, que el concepto de felicidad implica un bienestar en la vida del individuo, (de lo contrario su azarosa búsqueda carece de sentido y por lo tanto el término felicidad pierde su fuerza), pero tú querido lector, como ser racional que eres (voy a darte el beneplácito de la duda), sabes tan bien como yo, que la búsqueda cotidiana de la felicidad es la principal causa de su contrario.

Fundamentar una vida en la eterna búsqueda, parece ser lo más extendido entre los individuos que nos rodean. Aquél que no se ciñe a la tendencia común resulta ser a sus ojos un desviado o un loco, quién entiende que la vida es un simple medio, un nexo entre dos puntos, en la que no existe ningún cometido. ni vamos a ser elegidos ni tocados por ningún Titán omnipotente es tachado de loco o lo que los que gusto de denominar “adeptos de la orden la dicha” llaman infeliz.

Pues entonces si, si por saber delimitar mis pretensiones, conocer que no soy mas que un ser minúsculo y ceñirme a mis humanas posibilidades soy un “infeliz”, soy un afortunado infeliz.

Una vez presentado el tema, trataré el que es el único camino, llamémosle accesible. Esta senda no es teleológica, si esperas encontrar respuestas a tus dudas existenciales, no las vas a encontrar, ni por supuesto una guía para alcanzar la felicidad. (el grado de vida humana está ligado al significado de “vida”, y la vida querido lector implica infelicidad. Podemos inventar un concepto etéreo y efímero para cualquier tipo de acción o virtud, no olvidemos que la vida es acción y progreso, pero como concepto inventado, no es real).

Por lo tanto, la realidad humana se ve reducida al mero fluctuar entre vivencias y actos, lo comúnmente denominado pasado y el presente. Sólo queda en la vida seguir la corriente, dejarse llevar por los infortunios y en menor medida por las alegrías (si bien, el azar hace a los ojos envidiosos que algunos individuos parezcan elegidos) y aceptar que sólo somos dueños de nuestro destino o vida en una nimia proporción.

Ahora bien, posiblemente al leer todo esto, me estés tachando de loco y defiendas que tú has sentido o sientes esa quimera llamada “felicidad”. Yo frente a esto sólo te propongo un ejercicio de reflexión y te añado un par de conceptos “utilidad” y “materia”. Es innegable, que en contadas ocasiones somos capaces de sentir una satisfacción irracional, pero no es más que una felicidad material (en ningún momento reniego de la capacidad humana para sentir un dicha temporal, pero sí ataco frontalmente la felicidad como modo de vida basada en la búsqueda y la superación que deriva en la frustración), entiéndase material no en el sentido capitalista que ha contaminado el término hasta reducirlo a un ámbito pecuniario, si no en su concepto puro que señala materia y finalidad.

Existen ejemplos que clarifican este concepto pero en los cuales no me dentendré por motivos de extensión (además, te recuerdo que esto trata de un ejercicio de reflexión, no de descubrimiento); un ascenso o una preparación académica, implica a priori una mejor remuneración, por lo tanto un fin material. Incluso en el ámbito familiar se recurre a una finalidad, el para muchos dichoso momento de tener descendencia, no se debe a otra cosa que a una utilidad vital, la de reforzar nuestra vejez mediante la juventud de la propia estirpe. Ahora tú mismo continua, recuerda las veces que con mayor intensidad has sentido eso que llamas “felicidad” y aplica los términos utilidad y material, quizá te sorprenda el resultado.

La felicidad, tal y como hasta hoy la conocías realmente no es otra cosa que la supresión tempral de la infelicidad, o los momentos apacibles que hay entre un hecho negativo y su siguiente teniendo en cuenta sus repercusiones.

Llegado a este punto, en el que creo que cuanto menos la felicidad se ve acorralada, ¿Qué hacer? ¿Como afrontar la vida?, las propias preguntas son el propio mal. No existe nada en el ser humano más obvio que su naturaleza nimia, ligada al fluctuar, es más que pretencioso pensar que un ser tan minúsculo tenga potestad para controlar todos los factores externos que le acechan, por lo que enfrentarse a ello no puede provocar otra cosa que un profundo fracaso. Frente a esto solo queda huir, pero como dije antes la vida implica desdicha, por lo que es una huida condenada al naufragio. Hasta en el más absoluta cobardía que es la retirada, el ser humano no consigue triunfar.

Para terminar, sólo te introduciré un nuevo concepto que no merece ningún tipo de explicación, ya que si has llegado hasta esta parte del escrito, te resultara más que familiar; “soportar”.

martes, 9 de febrero de 2010

Yo

Yo,

en ocasiones eterna duda,

refugio de la soledad,

retiro del abandono,

risa del necio,

esclavo del terror

o hijo predilecto de la desdicha,

pero desgraciadamente,

siempre yo

domingo, 7 de febrero de 2010

Infinito

Un estridente sonido rompe el silencio nocturno, son las seis debe levantarse.
Cansancio. Cada movimiento se le antoja extremadamente pesado, siente como si no fuera dueño de su cuerpo, ¿de su mente? De su mente es imposible saberlo, ahora mismo se encuentra ausente, desconectada. Los invisibles hilos de la rutina lo desplazan cual títere mientras una a una, realiza maquinalmente los preparativos para su partida. ¿Su destino? Incierto, el rumbo si, el del trabajo. Largo el trayecto que le espera, Frío. Su cuerpo, ya más consciente sigue sin pertenecerle, ahora se encoje en un fútil esfuerzo por evitar el gélido viento de la madrugada. Camina a paso rápido, pierde el autobús, pero cuando finalmente llega a la parada ve las mismas caras de siempre, el autobús vuelve a llegar tarde, tendrá que volver a correr, pero aún no.
El sonido lo anuncia, lo precede, llega el autobús, y con el la consciencia, el calor del vehiculo le devuelve el control de su cuerpo, mientras que el mal tiempo permanece en su mente en forma de oscuros nubarrones. Una voz le susurra algo, es como si estuviese gritando, pero se escucha demasiado bajo. Cuando se esfuerza en escucharla logra dar sentido al mensaje, la voz le pregunta que por que, que a donde se dirige. No puede dar respuesta. Rápidamente llega a su parada, el frió le abofetea el rostro, y todas las absurdas cavilaciones que le rondaban desaparecen, ahora solo importa una cosa, llegar, corre.
Pasan ligeras las horas de la mañana, entre quehaceres y risas, no conviene mezclar la vida con el trabajo.
Mas la jornada toca a su fin, sobre el cae el peso del sueño. No duerme apenas, pasa el trayecto de vuelta dando cabezazos de un lado a otro hasta que llegar a casa. Casa, cuando su mente repasa esa palabra, acercándose al portal, es como si un negro manto encapotase el cielo, hogar, ¿Dónde lo encontrara? La carencia de certezas le turba, pero esta certeza le turba aun más, no hay lugar en la tierra que pueda llamar hogar, esta desarraigado. Ha dado ya más de veinte vueltas al sol y en ese largo recorrido no ha sido más que un fantasma, una hoja del otoño, que mecida por el viento ha viajado sin dejar huella. Extraño allí donde vaya, a menudo el abatimiento y la pena se ceban en sus tardes de soledad, ¿que puede hacer? Vuelven las voces de su cabeza, ¿a dónde? Le preguntan, ¿Por qué? Contradicción, extremos, lucha.
Siente que cae al vació topando con infinitos obstáculos en su caída, son estos obstáculos sus sentimientos, ira, dolor, tristeza, pena. Pasa de uno a otro, pero ahora va entendiendo las cosas, no encaja.
Tiene que encontrar la salida, pero solo da palos de ciego, y a cada palo su dolor aumenta, se vuelve más profundo, distinto. Hace memoria, ya ni siquiera recuerda cuando empezó todo esto, pero le supera, no sabe, no quiere saber, todo carece de sentido para el, es tan solo una broma. Los pensamientos se arremolinan en su cabeza, luchando por salir, se atascan. Dolor. Le duele la cabeza, decide poner fin. Acaba con su vida.

Y lo hace cada día. Sin sangre, sin restos. Coge una botella, se sienta ante el televisor, busca un trabajo, lee para vivir en la piel de otro, enciende ese ordenador… escapa.
Cada día muere, cada día cae en el abandono, y así, los días son copias unos de otros, mecánicos. Apura el ultimo trago de su botella y con una claridad insólita, escucha a la voz de su cabeza, Morirás cada día sin una razón para vivir. Ahora lo sabe.

domingo, 31 de enero de 2010

Feliciano y angustias



La escena transcurre en un escenario gris completamente vació, no hay objetos paredes ni puertas, tan solo un inmenso escenario vació, se oye el repicar de la lluvia y el restallar de los truenos de una gran tormenta que cada vez esta más cerca.
Un hombre bajito, de rostro jovial deambula por la estancia.

-Feliciano: ¡Caramba! Una monedilla, cuan inesperada sorpresa, ¿ve Doña Angustias lo que le decía yo?

Aparece como de la nada una mujer, sus ropajes negros, su rostro arrugado, quemado por el sol.

-Angustias: No me vengas ahora con el royo de los augurios

-Feliciano: ¿Qué podría ser si no?

-Angustias: Casualidad tal vez

-Feliciano: Oh Doña angustias, me sorprende su ingenuidad. Bien sabido es que no existen las casualidades. Ya le decía yo que mi suerte ha de cambiar, y he aquí el primer indicio, ¡una moneda!

-Angustias: Sin duda no puede ser más que un indicio, ¿Te has fijado en que es de chocolate?

-Feliciano: (Sorprendido) ¡Ops! Bueno, mejor aun, algo dulce. No se por que es usted tan negativa, fíjese que nadie la ha abierto y esta en buen estado.

-Angustias: Pues cométela a gusto

-Feliciano: ¿Gusta de corrérsela usted?

-Angustias: No debo de gustar mucho cuando te tengo a ti por compañía

-Feliciano: No sea rancia Doña Angustias, ¿Sabe qué? Quédesela usted, a ver si se le endulza el carácter, que es menester.

-Angustias: ¡Por piedad! ¿Quieres dejarme en paz? Las casualidades existen, no sea usted embustero. Hace no mucho que conocí a un caballero, el vivía con mi única compañía, yo le mantenía ocupado noche y día, y sin mas, se fue, o me fui yo no se, pero no volví a verle en un tiempo. Escuche que anduvo con una tal Bienvenida, pero que la cosa no cuajo y ahora le rondaba la Soledad, y por eso vine aquí a buscarle.
Sin embargo estoy aquí y creo que el no quiere encontrarme, y francamente, vine para quedarme.

-Feliciano: Doña Angustias, todo lo que me ha dicho yo ya lo se, yo ya estaba aquí, escondido desde antes de que usted se fuera.

-Angustias: ¡Caracoles!

-Feliciano: Si, caracoles. Ya ve usted, yo lo se todo de usted, y por el contrario usted todo lo desconoce de mi.

-Angustias: Me es igual, yo soy la señora de esta casa, asi que te ordeno que te vayas

-Feliciano: ¡ay! Doña Angustias, me temo que usted y yo vamos a ser compañeros de piso durante mucho tiempo, y eso es algo que no decidiremos ninguno de los dos.

sábado, 30 de enero de 2010

Cuando menos te lo esperas

Cuando menos te lo esperas, una fragancia, una canción, una imagen se cruzan en tu camino, y así sin más, sientes esa punzada al recordar un amor pasado. Es doloroso por que, al romperte el corazón, como cuando se rompe un vaso, quedan esparcidos diminutos pedacitos de cristal, recuerdos, que pueden herirnos después, al pasar sobre ellos.
Lunares. Ni sus ojos, ni su pelo ni sus labios, y es que yo siempre he sido un poco raro, pero ese pedacito de cristal que me castiga, ese resto de ella que nunca se ira, eso son sus lunares.
Por eso, al encontrarme con su foto, al verla y recordar su piel, reviví momentos que creí haber perdido para siempre.
Largos ratos hablando de todo y de nada, ideando viajes, siempre con sus cautivadores brazos a mi alrededor, acariciándola, en aquel momento no había nada más para mí.
La vida era la misma mierda de siempre, cuantas veces me habré preguntado que hacia yo a 500 kilómetros de mi casa, o si realmente tengo un hogar en alguna parte, cuantas veces no me habré preguntado si valían la pena las dilatadas jornadas de viaje, el cansancio, el gasto…

Todo esto pasó por mi mente en un segundo al ver su foto, y pasó con forma de tres palabras, Lunares y tiempo perdido.

Bien, esta claro que el mundo no es perfecto, al menos no respecto a nuestra idea de perfección, pero hay otra cosa que también esta clara y es que no hay ninguna razón mejor para vivir, no la hay.
Nadie puede saber si algo acabara bien, ¿qué puede hacer salvo intentarlo? Nada.
Creo firmemente, que el deber fundamental del hombre es ser feliz, y al igual que no hay luz sin oscuridad, que no habría bien de no existir el mal y no puede haber felicidad sin desgracia, no puede haber lunares sin tiempo perdido.
Y de estas cosas te das cuenta cuando menos te lo esperas.

Nocturnidad

La claridad hacía ya horas que había claudicado frente a la oscuridad, una fuerte lluvia daba fe de su victoria, era el único sonido que se escuchaba en toda la ciudad salvo en la plaza y en la avenida principal donde doblaban las campanas de la eterna catedral. La avenida repleta de luces hace horas encendidas, contrastaba con la sobriedad de la plaza, que contaba con la única luz de unos tenues faroles.

La ciudad se presentaba desierta, oscura y tenebrosa, era el momento en el que se mostraba en su forma natural, como en un teatro en el que nos encontrarnos adquiriendo veneno en Verona y en la siguiente función en la Sevilla del siglo XVI seduciendo mujeres , la ciudad tenia la capacidad de cambiar de forma de una manera mágica y siniestra. Las calles bulliciosas llenas de tiendas y jolgorio, habían dado paso en cuestión de horas a moradas de borrachos y delincuentes que exhalaban sus últimos suspiros de vida, individuos que habían sido engullidos por el monstruo urbano, convirtiéndose en muertos vivientes.

Y sí, ésta es su ciudad, a la que odiaba y de la renegaba, pero con la que tantas similitudes guardaba.

Sobre su lecho yacía ya nuestro hombre, no le agradaba llegar tarde a su cita diaria consigo mismo, por lo que en muchas ocasiones él se encargaba de adelantarla e incluso alargarla. La luz de la luna que entraba por la ventana de su desaliñado cuarto, iluminaba su cuerpo que reposaba inerte sobre las blancas sábanas, su cabeza se hundía sobre la almohada, su tez blanca como la nada era un espejo de su alma; un alma vencida que perdió su vida en el camino hace lustros, sus ojos azules como el mismo mar reflejaban tristeza e impotencia, tantas cosas superó en el pasado, tantas veces resurgió de sus cenizas que se creyó casi invencible, pero ya no, ese tiempo pasó, ahora era ese joven débil que siempre sintió dentro de él, pero que nunca creyó que le dominará por completo, en muchas ocasiones sintió el desánimo, pero siempre consiguió salir adelante con y sin ayuda. Su antiguo yo, el imponente ahora no era más que un mero juguete en las manos de un yo distinto, temeroso y sin capacidad de hasta tomar las más banales decisiones. La muerta sonrisa que esbozaba sus labios no era menos expresiva, se vislumbraba la frialdad del que depositó en Dios sus últimas esperanzas, pero hasta el ser supremo se burló de él, dejándola sólo, sólo como nunca había estado. Era el ser que perdió toda su felicidad antaño, pero no se consideraba infeliz, simplemente añoraba la dicha pasada y que él bien sabía que no volvería a sentir.

En estas circunstancias, pese a su relativa juventud, sólo le quedaba esperar a la muerte, se dice que al amor no entiende de edad, pero el dolor lo hace mucho menos. En sus monólogos internos, bañados por la oscuridad, tantas veces había anhelado el final como lo había temido, tan inexplorado era el mundo de los muertos que no podía aseverar que allí estaría mejor, pero sin duda, no podría ser peor.

Esperar, hasta en eso su yo cobarde vencía, en otros tiempos sufriendo tales males hubiera tomado otra postura frente a la muerte, él la habría buscado y encontrado, y ella sólo tendría que esperarlo y recibirlo con los brazos abiertos, como el padre que reencuentra sus vástagos perdidos, pero ahora no, ya tenía valor ni potestad sobre su propia vida.

Con el paso de las horas, la luz comenzó a adentrarse su habitación, gobernada por una mesa caótica, inundada por una aglomeración de manuscritos doblados y rotos que relataban hasta el último pensamiento de este atormentado ser. La estancia ahora radiante le terminó por despertar, había vencido a sus fantasmas una noche más, pero tampoco le tranquilizaba, le quedaban aun miles de batallas por luchar y que él sin ninguna duda, no podría ganar.

Sacó fuerzas de su interior y se incorporó, debía volver a su vida diurna, a representar un papel, “no ocurre nada”, se decía a si mismo, pero salió de la habitación lo más rápido que pudo.

Al cerrar la puerta tras de sí, una gesto extraño se apoderó de su cara, y sus labios susurraron: “Un día más, un día menos”


“Ríe mientras puedas,
que el bufón que hoy te divierte
mañana será tu verdugo”

Salto al vacío

Caminar, andar y volver a caminar, largos senderos que zigzaguean entre recuerdos y olvidos. Por mucho que levantes la vista el sol te ciega, no puedes ver más que la tierra sobre la que te eriges y la estela de polvo que perdurará a tu periplo. Frenas, retrocedes con la mirada y piensas si tú elección fue acertada, no puedes volver, queda ya lejos, por lo que te resignas y persistes. No fue aquella tu única disyuntiva, la estrechez del camino aumenta con tus pasos y da lugar a un salto al vacío; abandonarse al abandono o saltar, debes elegir.

miércoles, 6 de enero de 2010

El espejo

Como la tormenta que se avecina en el horizonte, devastadora en sí pero lejana en el espacio.
El tiempo, fiero protector del progreso, marca la senda del mismo, del que todo lo cambia, lo transforma y en su fin último lo aniquila.
Todo lo muestra el reflejo, las fuerzas pérdidas, la mirada cansada, la sonrisa torcida, el amor descuidado, el gesto depuesto. Nada escapa a la visión de nosotros mismos, a la imagen de la vida pasada y desaprovechada, el espejo recupera los fantasmas de antaño y los resucita, si cabe, con más fuerza, capaces de atormentar una vida nueva, cada vez, con mayor potestdad.
Cierra los ojos, intenta escapar, pero tu vida te sigue, ya se ha reproducido tu presente y deshauciado tu futuro. Vuelve a abrir los ojos, a enfrentarte a ti mismo, pero , no hay vuelta a atrás, sólo se aprecia lo que fuiste, comienza a llover, todo terminó.

Todo está dentro de ti.